Dejarnos sentir, aprender a soltar
Sé que definitivamente suena más fácil que lo que realmente
es, creo que muchas veces preferimos evadir lo que sentimos y olvidarnos de
todo lo que nos está quitando el sueño en vez de pensar y seguir recordando o dándole
vueltas a lo mismo. El problema viene en que a veces, cuando no nos dejamos
ser, cuando no soltamos ese peso que traemos y sentimos, nos cuesta más trabajo
avanzar y superamos realmente esas situaciones. Al estancarlas, simplemente
seguimos archivando sentimientos que no desaparecen y que solo nos crean un
dolor más prolongado, si los dejamos fluir quizás con el tiempo pesen un poco
menos.
Muchas veces, atravesamos por momentos que nos parecen hasta
irreales, como la pérdida de un ser querido o cuando de repente todo cambia en
nuestras vidas. En ocasiones sabemos que se aproxima un cambio, otras tantas
que es necesario, pero son esos que llegan y nos sacuden por completo los que
muchas veces nos cuesta digerir. Sin embargo, mientras más tiempo tardemos en
aceptarlos, más tardaremos en sanar también.
Por mucho que quisiéramos que algunas cosas no hubieran
cambiado, que algunas personas no nos hubieran abandonado o que nuestra vida
fuera como en algún momento fue, muchas veces se escapa de nuestras manos todas
esas posibilidades, sin embargo, como siempre he creído, es la actitud con la
que enfrentamos los retos la que define nuestro futuro.
Podemos dejar que el tiempo haga lo suyo, que sane lo que
deba sanar pero en definitiva tenemos que aceptar también que el sentirnos
tristes no quiere decir que seamos débiles, muy frecuentemente nos cuesta
demostrar nuestro estado de ánimo y creemos que deberíamos ser fuertes. Y
claro, es importante ser y mantenerse fuerte ante los obstáculos que se nos
pongan enfrente, pero también es esencial que nos permitamos sentir, que
atravesemos por eso, porque solo asi vamos a poder aprender de ellos.
Solo soltando vamos a poder dejar atras a todos los fantasmas del pasado, en donde pertenecen, en el
pasado. Y por su parte darles el lugar que merecen a aquellos recuerdos que valen
la pena, después de todo si perdimos a un ser querido no hay nada mejor que
recordarlo con gusto y sintiéndonos afortunados por el tiempo que se nos permitió
compartir con esa persona.
Bien dicen, que la mayoría
de las cosas por las que atravesamos, pasan, ya sean buenas o malas no son para
siempre y es por eso que lo mejor que podemos hacer es atesorar nuestros días y
realizar todas las cosas que nos hacen felices. Todos tenemos momentos buenos y
malos, lo importante es ser lo suficientemente valiente para aceptar y dejar ir
los malos para después sonreír y seguir adelante ya con un poco más de paz y
sin tantos archivos ocultos que moriríamos por borrar, porque aunque quisiéramos,
no podemos dar un clic y eliminar todo eso o vivir como si no existiera, pero
si podemos buscar la lección y aprender de eso. No sé, se trata de perspectiva quizás,
pero creo que entre más ligeros caminemos más felices nos vamos a sentir.